Flitz

No es una mañana cualquiera. Hoy toca cortar el césped. ¡Maldita hierba verde con lo buena que está fumada!, se dijo en una autoconfesión el jardinero Flitz que no debía tener más de 25 años ante aquella puerta blanca. Pese a que su profesión le venía desde su bisabuelo, no terminaba de disfrutar con aquellas ocupaciones, casi todas, centradas en arreglar los jardines de Kens Avenue, una de las grandes manzanas doradas de la ciudad.

El número 69 pertenecía a la rica familia James-Covern. Flitz, tocó el timbre a la espera de que la puerta se abriera. Sin embargo, nada pasó. Sacó de su bolsillo la lista y sí, estaba seguro, hoy era la casa número 69. Decidido a que nadie le pudiera imputar una falta de profesionalidad o retraso en su tarea, recorrió la casa por la parte exterior del jardín. Al oír un cuchilleo, tras unas tablas blancas, decidió asomarse.

A la mañana siguiente todos los medios locales hablaban del asesinato del jardinero Flitz. Los primeros datos según la policía es que su recto había explotado por albergar una cantidad ingente de agua. En el cesped se halló una nota manuscrita de la Sra James-Covern que decía: ¿me riegas?

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