Gesto terrícola

Cuadero de bitácora: día 30

Lo del Tripulante nº 4 me ha dejado sin respiración. Era un secreto guardado en un baúl de tinanio lo que creía tener pactado con el Tripulante nº 5. Sin embargo, ha sido toda una sorpresa. Tras tranquilizar a mi compañero lo llevé a su cápusla personal. Allí, una vez más, una monodosis de 500 tripimétricos de LSD. Lo suficiente para dejarlo fuera de servicio durante un buen rato. Mientras, he tenido la oportunidad de charlar a través de mi nanoteclado con el Tripulante nº5. No sabía nada. -Es mentira, seguro-. Pero no he podido desmostrar que no dijera la verdad.

Me he acercado a la sala central. MOL me ha vigilado. He fingido un error para visionar las imágenes grabadas de la  disección de la tripulante. No he conseguido sacar ninguna conclusión y mucho menos reforzar mi teoría de que el Tripulante nº 5 me había engañado, soltándole nuestro secreto a un compañero de la nave. Éste representa más competencia. Volvemos a conceptos terráqueos, expulsados de Verde.

Mas la jornada ha acabado con una nueva sopresa. El Tripulante nº 1 ha venido a visitarme. Él, junto al nº 4, analizaron todas y cada unas de las partes que se mandaron a reutilizar tras la muerte de nuestra compañera. Observaron que le faltaba su vagina. Y siendo dos, sólo dos, los tripulantes que se habían encargado de esta operación, el número 5 y yo, era fácil saber quién podría tener el órgano en cuestion. Nueva sopresa.

Mi reacción, por el contrario ha sido inesperada. He golpeado en la cara con mi codo al tripulante nº1 y éste ha caido sin sentido al suelo. La sombra de un gesto terrícola ha planeado, una vez más, por la nave.