*Goma de borrar gomas (I)

Apenas es imperceptible: el sabor de lo prohibido, no sé a qué puede saber. Unas veces es salado; otras, dulce… quizá amargo. Pero es una amalgama de sabores que se mezcla con los recuerdos. Recuerdos felices, tranquilos… olvido y de ese olvido, la amargura. Amargo es el sabor de un bocado olvidado o tal vez, ese bocado que nunca llegó a producirse. Es lo que piensa Nano. Experto amante nocturno que no deja detalle al azar.

Sin embargo esta noche, está intranquilo. Repasando, una tras una, sus citas de hace dos días; hay una, la última que no recuerda. Los detalles parecen haber sido borrados como él hace con los tangas de sus amantes. «Goma de borrar gomas». Lo dice su tatuaje por debajo del ombligo. Las clientes siempre expresan admiración al leer estas palabras. Pero él responde, afectuoso, de la misma forma: no te asombres. Simplemente déjame que te borre la goma. El resto, coser y cantar. No. Mejor. Coser y borrar. Esa fue la ocurrencia el día que colocó por primera vez su anuncio en la sección de contactos del diario local. Un día después estaba citado con la primera cliente. Marissa. Inolvidable. 43 años. Deportista. Sin embargo, virgen.

* 3 entregas de este relato escrito, archivado y casi olvidado.