Grima

El desconocido me penetraría completamente y se quedaría inmóvil y mudo, y yo igual, inmóvil y satisfecha, llena de aquello de lo que estaba vacía, de un sexo de hombre lleno como un vaso de vino.

Marguerite Duras (Cuadernos de guerra)

Estás a punto de estallar y por eso me has llamado por teléfono. Deseas que ese sabor entre dulce y agrio se quede de forma perenne en tus labios; arriba y abajo. Dulce porque conjugas espasmos y dolores de cabeza. Agrio porque tu cama sabe a soledad cada vez que te dejo en ella con las sábanas manchadas de vino. Y sé que mientras hablas conmigo, por teléfono, tu tricotosa didáctica distrae la atención de todos los mirones que te observan a través del cristal. No dejas de jadear. Y los obreros en el andamio, deben darse la vuelta para no manchar, una vez más, sus monos azules.

Te oigo en la cocina; las patas metálicas de tu silla marcan el compás… derecha, izquierda, círculo, entra, sale, recto, oblicuo, y raspas el suelo. Las baldosas sienten grima; se les pone el feldespato de punta.

Pero no volveré. No volveré a ir a tu casa. Sólo ansías beberme.

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