La fotografía es una de las principales herramientas de comunicación que se han usado lo largo de buena parte del siglo XX y, por supuesto, en este siglo XXI. No hay marca de reconocido prestigio (moda, coches, bebidas, deporte…) que busque ese momento especial de conseguir que unas de sus fotografías se convierta en icónica para los años venideros. Esto por supuesto sin contar con la aparición de una de mis plataformas favoritas, Instagram, una red social que sólo se basa en la fotografía.

Ya conocemos otros aspectos de la fotografía como inmortalizar los mejores momentos de nuestra familia, nuestros recuerdos, viajes, reportajes profesionales, campañas electorales,  etc.

Sin embargo hay aspectos de la fotografía que aún están por explotar. Y es esa extraña y sugerente de idea de usarla como herramienta para canalizar emociones de un grupo.

Hablaba hace unas semanas del team building para referirme a todas las acciones y actividades que se desarrollan por parte de una empresa (u otro tipo de organizaciones) para potenciar el espíritu de equipo y la cooperación entre sus trabajadores/miembros. Las acciones de team building siempre llevan implícito la participación de todos los miembros de la empresa o equipos (ventas, desarrollo, gestión, etc) para conseguir un fin, una meta, o realizar una actividad en la que, sin la participación de todos, no tendría sentido.

Y en este sentido he podido aplicar la fotografía a este tipo de acciones de motivación. ¿Cómo?

1.- Haciendo partícipes a todas las personas que integran la empresa / departamento en una actividad diferente, divertida y lúdica, fortaleciendo sus relaciones personales y su vinculación e identificación con la empresa.

2.- Usando los resultados para las acciones de comunicación de la empresa: comunicación corporativa, redes sociales, etc. (incluso para ilustrar los perfiles personales y profesionales de todos y cada uno de sus miembros).

Más abajo puedes ver una acción de ‘team building’ realizada en Londres con todo el equipo de Put It Out.