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2009Hanna Schmitz
Cuando me siento herido vuelven a asomar las antiguas heridas, cuando me siento culpable vuelve la culpabilidad de entonces, y en los deseos y las añoranzas de hoy se ocultan el deseo y la añoranza de lo que fue. Los estratos de nuestra vida reposan tan juntos los unos sobre los otros que en lo actual siempre advertimos la presencia de lo antiguo, y no como algo desechado y acabado, sino presente y vívido.
Este puede ser el resumen del libro El lector/The reader/Der Vosleser de Bernhard Schlink. Ya no recuerdo cuántos libros he leído a lo largo de toda mi vida. Sin embargo, hay recuerdos, personajes que se quedan para siempre. Este es el caso de Hanna Schmitz, un personaje tan real, tan de nuestros días que estando escrito en primera persona es ella la verdadera protagonistas de la historia. Pasado, culpa, heridas, amor, errores, cobardía… todas estas aristas salpican esta obra excelente. Literatura en estado puro. Frases cortas, sinceras, sin dobleces ni juegos malabares para encandilar al lector que desde la primera línea participa, sobre todo, del olor de Hanna, esencia y aroma, que hasta la última línea del libro está presente, casi de forma obsesiva.
Me pasó con Medea en la tragedia con su mismo nombre, Tránsito en La casa de los espíritus, Tánger Soto en La carta esférica, Clarice Starling en El silencio de los corderos, Katharine Clifton en El paciente inglés, Marilyn Monroe en Una adorable criatura o sus hermanas gemelas de cine Karen Blixen en Memorias de África, Francesca en Los puentes de Madison o Amira en Breaking and Entering. Un pasado que nunca se va. Una culpa que emana en las horas presentes. Fantasmas que caminan siempre junto a su sombra.
Ahora, Hanna Schmitz viene a ocupar su puesto. A dormir junto a mí como lo han hecho el resto de heroínas que viven con ese regusto de amargura que conforman los estratos de un vida.
Pd: Nunca antes lloré leyendo un libro.
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