Hay un amigo en mí (3)

Que John Lasseter  y Andrew Stanton son los listos del barrio ya nadie lo duda. Han conseguido crear una saga que, en breve -si no lo es ya-, será de culto. He leído que a la altura de El Padrino, entre otras. Desde que entramos en el Siglo XXI, la animación dio una giro radical cuando los chicos de Pixar nos presentaron a aquel flexo que despanzurraba la ‘i’ latina de su nombre. Creo que he visto todas las de la factoría. Unas, por devoción, y otras por gusto infantil al que, a determinadas edades, no se puede evitar si quieres que tus hijos se acostumbren al sano ejercicio de disfrutar del séptimo arte.

Pero la saga protagonizada por el dueto sheriff Woody y el guardián espacial Buzz Lightyear, acompañados por su cohorte de juguetes-personas es más que una simple película de animación las dos anteriores nunca lo fueron-. Esta tercera entrega, que cierra la trilogía, nos presenta en primera persona el inevitable paso del tiempo. Como todos, ellos y los humanos -Andy se hace mayor-, no podemos evitar que ese tiempo pase… varíe nuestros gustos y evidencie que, al final, casi todo y casi todos, somos abandonados en una cuneta… en la cuneta de la vida. ¡Que se lo digan a los pobladores de las atestadas residencias de ancianos!

Toy Story 3 es una lección de puta realidad escondida tras un grupo de juguetes-personas que reflexionan sobre esta evidente e inevitible situación. Siempre con el mensaje positivo de que ‘hay que adaptarse’ y ‘aceptar los cambios’. La edad, los gustos, las experiencias nos hacen cambiar a las personas aunque haya incrédulos que crean eso no es así o que con ellos no va la cantinela. Pero viene un día ese espejo y te lo suelta a la cara como el que lanza un lapo a un cristal. Similar reflexión es la que nos presentó la última entrega de Rocky, por ejemplo.

La película, con numerosas y constantes referencias a otras cintas -¡más cine por favor!-, es un puro espectáculo del detalle, del ritmo, la acción, del guión, de los personajes -los flipes de Buzz son ¡geniales!-, cada vez más personificados, más humanos… más nosotros. Por eso, es imposible no llorar al final.  

Si quieres disfrutar de una película de adultos, sin duda, Toy Story 3 es tu película. 2 horas en las que tu corazón no parará de latir a ritmo frenético.