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2006He dejado de creer
Aunque nobleza obliga y por obvios motivos mercantiles uso de las clásicas felicitaciones, cada día más digitales cayendo en el olvido las manuscritas con pasión, tiempo y tinta, hace tiempo que estas "navidades" dejaron de interesarme.
Hoy he leído este titular: "El 80% de los niños españoles pedirá una consola o video juegos en Navidad".
Y me viene la mente una frase: "me cago en la madre que parió a esta mierda de navidad". Y uso minúsculas porque no se merece que use la gran mayúscula.
La Navidad es otra cosa: no es, sin duda, este mercadotecnia de impulsos orgásmicos que se confunden entre las tarjetas de crédito y las vaginas de alquiler (ellos, entre caballitos y cocodrilos no prescinden de nada). No es sentarse a la mesa junto al compañer@ al que has puteado durante los otros 364 día y en un acto de glotonería obsceno, esputas langostinos hasta dejar tu hígado en números rojos.
No es un escaparate donde los hijos, esos adocenados animales domésticos, se les consuela con un "no moleste niño" el resto del año, drogándolos con imágenes inventadas y sangre que se derrama por los tubos catódicos de las teles. No es esta orgía de "easypréstamos" para poder pagar el tanga de ella, el reloj de él, la comilona, el cotillón y la colección de necedades que ahora casi se están imponiendo en la noche del 24, dejando huérfanos a los tres Reyes más listos del Mundo (salvo -la fulana lista-(sic) y el que tenemos aquí que ni siquiera sabemos lo que cobra).
No es este collage de un señor de rojo, que se ha colado por el arte de la venta de los anglosajones (y los progres esto no lo critican) que está acabando con lo poco mágico qaue tenía la ex-Navidad.
Dejaría ese refrán de "está haciendo el agosto" por "está haciendo la navidad". La peña se forra con cargo a los gilipollas de turno que ignoran que cada día mueren un mogollón de troncos ahogados en las Islas Canarias. Que la marginalidad existe o que a pocos centímetrosen el mapa de donde tenemos aparcado nuestro coche equipado con abs, gps,cps y su pelleja nación de letras, hay niños, jóvenes, adolescentes, adultos o mayores que se mueren, simplemente de hambre y darían su vida por poder leer para intentar comprender qué está psando en este jodido mundo en el que ya se fuma heroína por los niños pijos en la puerta de tu casa (basado en un hecho real).
Los siento; esta no es mi navidad. No contéis conmigo para muchas cosas más porque dimito de navideño.
Me alineo con INTERVIDA.
Por mi, esta navidad se puede quemar en la hoguera de San Antón, en la de las vanidades, en la de los cuchillos largos, en la de los cristales rotos o en la hoguera de la cueva del Luis Candelas.
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