Horquillas en tu pelo

Ayer estuve todo el día mirándote.

Intenté saber por qué tu pelo huele a labios; por qué tu piel sabe a presente y por qué cuando te acaricio mis dedos se enlazan con los jirones de tu piel para hacerme anillos.

Tú seguías en silencio. Me devolvías, a veces, esa mirada azul perdigón que guardas en ese semicírculo que trazas al dejar tus palabras en el viento. 

Y continué mirándote. Y te miraría toda la vida.

Sin embargo algo te he podido regalar.

Los besos que llevas colgados en las horquillas de tu pelo.