III ( de Seis encuentros con Dalí)

Imagino dejar escrito en un papel
la locura de unos pechos desnudos,
llenos de cajones laterales,
cabezas de pollo que se transforman
en huevos de los que nacen
días, meses, años.

Los gusanos no se transfiguran
en bellas mariposas con alas de
metacrilato acrílico;
ni el vinilo con leche se desayuna,
ni adereza sus paredes
con payeses catalanes catársicos.

El humo negro rellena la cabeza
si pegas la nariz al espejo,
viendo tu imagen evolucionar
cogido de las patas zancudas
de elefantes danzarines
metafísicos, astronómicos.

Más allá de los labios de Gala en televisión,
acompañando a Garcilaso, Quevedo,
un trozo de Galdós que, al vapor, estará sabroso
como el pan con tomate
con el que pintas las paredes de tu casa.