La socorrista

Bikini azul. Cielo del mismo color. Piscina monocromática turqueseando en la pupila de la niña, niña, muy niña; Lolita seductora y comprometedora.

Sin embargo, los mayores, los que ahora somos mayores, la vemos de rojo y negro; anarquisteando sobre sábanas sedosas y escurridizas.

Una columna de Trajano, clonada, forman sus piernas. Una arcada irrepetible, única. Fotocopiada haría el acueducto de Segovia. Y los más mayores deciden ahogarse para que la socorrista los salve. Se lance al agua que ellos ya calientan. Babas y orines. Caldo hirviendo.

Y la niña, muy niña, Lolita seductora y comprometedora, porta sus dos bolas duras de helado, escogiendo el mejor cucurucho. Pero eso es otra historia… la historia de una habitación de hotel, en rojo y negro.

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