Los días se van…ríos son

Llega esa hora, la que envuelve toda la luz para llevársela a la cama.

Los gatos se convierten en reptadores en busca de ratones que no usan cable para mandar órdenes a su cerebro.

Y ella estará sentada la orilla de su playa, añorando que, en un futuro o en un pasado inexistente, ese día no se hubiese acabado jamás.

¿Debió durar aquella noche treinta años?

Los ríos nacen, crecen y cuando llegan al mar, como los hombre, mueren… se confuden con la universalidad infinta del agua. Nacemos con una explosión acuática y morimos en un suspiro cargado de moléculas submarinas.

Y ella, excitada, orgásmicamente arropada por mis dedos, estalla en agua, que me baña como un río que soy, como hombre que muere, como ser que nace cada día.