Los fantasmas de Dickens

Me siento extraño. Perdido.

He dejado de creer en esa magia que cuando tenía muy pocos años de edad embargaba los días de unas fechas en las que la Navidad era eso. No tengo la edad de Ebenezer Scrooge. -¡malidta edad… lo mata todod!-

Y hoy he visto a un sacerdote gallego arremeter contra el gordito rojo que nos invade y coloca mejor a "niñosjesús" en las ventanas de su pueblo. Todo agotado.

En las noticias se nos avisa sobre los atracones y en los horarios infantiles hay un ametrallamiento sin anestesia publicitario que desquicia a los más pequeños del hogar. El más barato 120 euros.

Veo a mis hijos colocar el árbol, el Belén… pero yo lo miro todo con frialdad. Mucha. Demasiada. Hace años que no me gusta la Navidad. No creo en ella.

Hablaría con  Scrooge para que me dijera que vio exactamente cuando sus fantasmas le pasearon por el pasado, presente, futuro y el efecto que le causó. Yo, tal vez, lo necesitaría… Tomás bienaventurado tú que has visto y has creído…

Y eso, que con la poca luz que me queda, me resisto a creer en los Reyes Magos.

Traigo aquí las palabras de Ernesto Sábato: "En la resistencia habita la esperanza".

¿Resistir a creer o a no creer?