Make love not war

Aquella chica llevaba una margarita que le atenazaba su cuello. Yo me encargué de mirarla fíjamente; decidí que era el lugar y la hora para deshojarla.

Ella,  mirando al suelo, tímida, aceptó desnudar su parte más íntima, hoja a hoja.

Los pétalos, en lluvia, fueron sembrando sus pies con teselas blancas ojivales.

Paso a paso, blanco a blanco, se mezcló todo con el azul de su lejana mirada. Yo no la entendía. Hablaba inglés. Pero sí comprendía lo que sus ingles me susurraban, mientras un ronroneo me urgaba en todos mis agujeros alveolares.

Sólo recuerdo cuatro palabras que cosían sus labios: "make love not war… make love not war". El cocinero estiraba la vieje lona de camión…

Y ella, repleta de blanco, sollozaba, como una novia de camino al altar.