¡Mascarade!

Los disfraces vuelan de un lado a otro… el castillo se llena de capas mientras el estradivarius alimenta el sonido de los rincones…

Kubrick grita, agorafóbico un "¡cut!" que sabe a café con leche… sus diamantes, los del desyuno, los lleva insertados en sus vaginales dedos de director con pánico a volar… en busca de su odisea.

Todos nos cubrimos… los sentidos a flor de piel… ¡mascarade! chapurrea la barítona voz del regidor mientras que los timbres engarzados en sus pechos salen a bailar… 

Ella, invitada esencial, se desnuda frente al espejo… guarda su alma tras una funda de látex… Y San Ignacio Vidal aparece en la letrina con su cirio encendido.

¡Cámara, luces, acción! enarbola el ayudante en un cartel invisible para que, las posaderas se desinhiban al aire… el olor a éster descompuesto es insoportable. 

Mientras,  Cruise quiere ser erecto y virginal: le asiste una viagra con velo azul pálido.

Asoma un cardenal… morado en la parte trasera del escleto de la inmaculada sombra de Nicole para acabar describiendo una parábola con su descabalgada cintura infibulada.

El castillo vuelve a retornar a su sinfonía… todo es un baile de disfraces.