Mensaje en una botella

La policía encontró el cuerpo tumbado en la bodega. No había marcas de violencia a primera vista. A escasos centímetros estaba un hueco donde, horas antes, descansaba una botella legendaria. Sin embargo aquel detalle pasó inicialmente desapercibido para el inspector Sánchez. Estaba analizando la escena del crimen. Había demasiada sangre. Aquello no era el modus operandi del ‘Catador’, apodo que usaba Juan Pérez, el degollador de aquella zona. Lo buscaban desde hacía dos años. Trece mujeres habían caído en escasos kilómetros a la redonda, siempre, con sus yugulares seccionadas. Nada más. Ni signos de violencia, ni de abusos sexuales. Sólo un corte limpio en la cara externa de sus cuellos. El arma era conocida: una navaja vendimiadora, usada también en la zona. Sin muelles. Hoja muerta que se sujeta con una arandela metálica que gira sobre sí misma. Así nunca ha riego de que se cierre.

El cabo Coronel le indicó el lugar donde descansaba la misteriosa botella. El polvo no impedía ver que en su interior, había un extraño objeto. A simple vista era lo que parecía: un papel. Sánchez se colocó sus guantes de látex y recogió la botella que tenía salpicado todo su cuerpo. Extraño vestido de lunares. Estaba abierta. Extrajo el objeto con unas pinzas finas y largas.

Sánchez, el inspector que siempre había resuelto de forma exitosa todas las acciones criminales que se le habían encomendado, rompió a llorar de repente. El resto de policías no dejaban de extrañarse ante tal estampa. En un movimiento rápido de brazos, desenfundó su pistola y se descerrajó la cabeza.

Noticia. Teletipo urgente en las Agencias:

Bodegas Astivino. 25 julio 2009.

El inspector J.S.M ha fallecido al accionar de forma voluntaria su arma reglamentaria. Investigaba el asesinato de una joven, de 23 años identificada como A.A.P. El inspector, muy conocido en la zona, decidió poner fin a su vida cuando encontró en una botella vacía de vino, que databa del siglo XIX, un mensaje de Juan Pérez, alias ‘Catador’. En él le indicaba que su mujer, sus dos hijos y él mismo, estaban desangrándose tras una de las hileras de barricas situadas a escasos metros del lugar donde yacía la joven. Desde que la policía llegó al lugar de los hechos, llamó poderosamente la atención las cantidad de sangre que regaba la escena del crimen. Era lógico. Además de la joven, cuatro cuerpos se desangraban. Todos con las yugulares cortadas. Junto al ‘Catador’, apareció la famosa Opinel con la que había sembrado de terror la zona. Su cuerpo, además, estaba regado con vino. El vino de la botella que usó para dejar el mensaje al inspector J.S.M.

Mensaje en una botella.

«Érase una vez el vino»: Concurso de relato corto de turismodevino.com