Norma Jean en el diván

Sólo un hombre vio desnuda a Norma Jean, desnuda de verdad: Su psicoanalista Ralph Greenson. La mítica actriz fue famosa por su impuntualidad, pero a él nunca le hizo esperar. El rey de la terapia la cuidaba como a una niña abandonada, pero no logró salvarla.

Ahora, un libro desvela sus confesiones. El francés Michel Schneider intenta «rehabilitar el verdadero rostro» de Marilyn Monroe -a la que, al final de sus días, se empeñaba en que sólo la llamaran Norma Jean- reconstruyendo al mito en sus momentos más inermes, durante sus encuentros con el que fuera su último psicoanalista, en la novela «Últimas sesiones con Marilyn«.

Por ejemplo en sus páginas se cuenta que odiaba que la devorasen con la mirada o sentirse un pedazo de carne y humillada por parejas como Arthur Miller o directores como Billy Wilder. Detrás de ella  se escondían otras. No era ni rubia, ni tonta. Leía y viajaba con tantos libros en la maleta como barbitúricos. Le gustaba limpiar compulsivamente para no pensar y la ginebra para olvidar. Prefería hacer el amor de pie y siempre de día, porque temía la noche y al sueño.

Más sobre ella en «La entrevista».