Oír a los muertos

Hoy, en el Foro de creación literaria Iceberg Nocturno, al que pertenezco, ha salido esta preguntilla, tal para cual. Claro, voy yo y me pregunto a mi mismo ( si se deja mi sin tilde, suena a nota musical) en este preciso instante: ¿oyes/hablas a/con tus muertos? Joder, la pregunta tiene miga.

Reflexiono.

Primer aserto: creo que no, porque un día como se cagaron en ellos, prefirieron no hacerlo más para evitar esos efluvios verbales de atasco, ascensor o cola de la fruta.

Segundo aserto: si mis muertos me hablaran… ¡coño, qué acojone!

Tercer aserto: si mis muertos se empeñaran en hablarme, me quedaría sordo y eso, añadido a mi miopía cabalgante, me dejaría para pedir una subvención no sólo en la ONCE sino en cualquier partido político -ahora que están de subastas electorales-.

Cuarto aserto: si en la misa de muerto se dice … "que descansan en paz eternamente" a qué van a hablarme a mí o a cualquier otro… total se trata de descansar y no de hablar, que eso, cansa mucho. 

Quinto aserto: está demostrado que aquí hablando la peña no se entiende; menos si voy yo y me pongo a contarle a mis muertos lo del interné, el correo electrónico o algo del orgasmo digitales (onlain y oflain). Estoy seguro que me retiran la palabra para los restos.

Aseveración: como quiera que yo cuando me vaya al cielo o al infierno, allí me habré de encontrar a algún muerto mío que otro, prefiero reservarme para esos momento y no, en vida, provocar que no me vuelva a hablar jamás y por aquellos lares, estar callado, -entre angelitas o diablillas-  debe ser una maldición peor que la Jonás ¡tela!

Y seguro que Dios o el Diablo están pa´que les de la barrila.

¡Ea!