Oleocaldo ¿neologismo acertado?

Vengo trabajando en este nuevo concepto que me gustaría calase, ni más ni menos -¿atrevido?-, para alejar la confusión que reina entre los consumidores a la hora de enfrentarse, por ejemplo, a la cata de aceite de oliva virgen extra. Por analogía, se aplican -los consumidores- los criterios del vino. De los conocidos como caldos. Craso error.

La RAE define caldo como el jugo vegetal, especialmente el vino, extraído de los frutos y destinado a la alimentación. Cierto es que si aplicamos esta definición al aceite de oliva virgen extra, acertaríamos de pleno. De hecho, se usa. Este producto es zumo puro de aceituna, sin más. Es un jugo vegetal, extraído de un fruto y que se destina a la alimentación. Pero el ‘caldo’  -vino- se ha comido al ‘caldo’ – aceite-, éste último gran desconocido, gracias al mérito de todos (productores, grandes superficies, marcas blancas, sindicatos, organizaciones grarias, etc.)

Por eso y porque creo que una cata, no es lo mismo de vino que de aceite de oliva virgen extra, y visto que el español, como lengua común de todos los españoles y que usan más de 400 millones de personas en el mundo, me ofrece posibilidades dialéctico-creativas muy acertadas, sin duda, la palabra propuesta -y que me cuadra perfectamente con el concepto que quiero transmitir y sin ningún género de duda- define mucho más al caldo de aceituna, o lo que es lo mismo, a ese zumo puro de aceituna: oleocaldo; sinónimo entonces de aceite de oliva virgen extra.

Según la RAE, óleo es aceite de oliva. Pero ya es sabido que no todos los aceites de oliva son lo mismo (virgen extra, virgen, lampante, de orujo…). Razón, otra más que me lleva a usar este neologismo que por ahora uso sin tilde, por lo que el acento lo coloco en la sílaba ‘cal’ y, al ser llana, no llevaría esa tilde. Debería escribirse, además, en bastardilla o entrecomillada.

Creo que hay elementos singulares que, gracias al idioma, pueden ayudarnos a identificar mucho mejor al producto del que estamos hablando e ir, poco a poco, ganando terreno -propio- a otras disciplinas con más impacto mediático que, por esa razón, ayudan a confundir -no es un aspecto estrictamente negativo- al consumidor.Hablar con propiedad no es una pedantería: es hablar con conocimiento y acierto. Mal hacemos dejándonos embaucar por cantos de sirenas, cifras, anuncios, noticias… y con campañas que mezclan lo que no deberían -ni podrían- ser mezclados: nuestros oleocaldos.

Me gustaría conocer opiniones sobre esta reflexión.Y si es posible con razonamientos lingüísticos, también.

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*Aceite de oliva virgen extra: Este tipo de aceite es de máxima calidad, se obtiene directamente de aceitunas en buen estado únicamente por procedimientos mecánicos, con un sabor y olor intachables y libres de defectos, no pudiendo sobrepasar su grado de acidez los 0,8°. La puntuación organoléptica, dada por un panel de cata cualificado, debe ser igual o superior a 6,5 puntos.