Palo tras palo

Diario IDEAL ¡23 febrero 2011!

Amigo lector no te asustes. Amiga lectora, tú tampoco. No me voy a deslizar por la finísima línea que separa un golpe de una agresión. No. Si lees esta columna con frecuencia sabes que hablo de muchas cosas pero nunca de violencia. Ni de la machista ni de la otra. Me repelen todas ellas. Y si es contra ellas, más aún. Voy a ser mucho más terrenal, más intrascendente, si cabe, a la hora de hablar de un año más en el contador personal. O sea, no te quedes en la parra que te voy a contar que he cumplido un añito más. Tal que 42 palos. ¡Ves ahora!

Y qué espero de esta cifra tan singularmente par. Al menos que me conserve como hasta ahora, que uno tira de ‘feis’ y se da cuenta que el resto de compis empiezan a despeñarse cuesta abajo sin frenos y el que no sufre un ataque irremediable de alopecia cabalgante, está abonado a las orondeces que facilita el tirar de barra como el que tira del ‘estarter’ porque el coche ‘te se ahoga’.

La verdad es que no le rezo mucho a la virgencita, ésa a la que todo el mundo le pide que lo deje como está; no. Pero procuro que los palos en las costillas que nos mete el calendario al pasar otra vez por la fatídica fecha cumpleañera, lo sea, al menos, con la correspondiente atención digna de un chavalote de una edad ‘difícilmente calculable’. Y pese a que uno argentea sienes, todavía en público, sufre despistes piropeantes cuando te dicen… treintaytantos. ¡Ele!

Tal vez sea por lo que ya se conoce en Twitter como #aove (o lo que es lo mismo, el virgen extra de la casa) o por la genética, o porque, sin saberlo, le hecho caso antes que a nadie a ese gurú de la felicidad que hay por ahí, llamado Emilio Duró, todo un ‘coach’, que basa nuestra felicidad duradera en tres pilares: cuidarse el cuerpecito -o ‘cuerpako’ como me dice @webosfritos-; tocar y tocar -activar el tacto vamos- y leer mucho, porque como nos toca vivir tela de años, más vale hacerlo de la forma más digna posible, con un cuerpo sano, que exude endorfinas por los abrazos y caricias y que, gracias a la lectura, nos dé tema de conversación por los siglos de los siglos, que si no luego en la cama, si no empalmas ¿de qué hablas con la vecina? ¿De las lorcitas que te cuelgan como un bendito ‘Bibendum’? ¿O de la tabla de lavar que las chicas de la ofi se sortean por tocar aunque estés a punto de jubilarte con 67 años ? -Bueno si eres de ugetero enchufadito, todo esto no te hace falta, claro-.

En resumen, que hay que cuidarse. Y en esto estoy yo. Desde luego y no lo oculto. Y que he llegado, creo, muy dignamente a estos dígitos que bien pueden valer un maratón, que si la virgencita antes citada me lo permite, este año correré el primero ‘in my life’. Es curioso pero hace tiempo que no recibía el día de cumplir uno más con tantas ganas. Por eso me han llovido las felicitaciones de una forma tal que me han abrumado, para mayor felicidad.

En fin, que me siento bien con esta nueva edad. Que aconsejo que los demás chicos del grupo hagan lo mismo y tonifiquen glúteos, morros, mente y corazón. Parece que así todo es más llevadero y el espejo no se ‘desgüeva’ de risa cada vez que te asomas. No soy gurú ni ‘coach’, pero interacciono con mucha gente a diario. Y estar bien y sentirse bien es un valor en alza. Un oasis de moral como los que gusta hallar a mi amigo Luis Font. Yo, por si acaso, en esta columna, me dedico una coplilla como cierre a estos 365 largos días que me esperan: ‘Discoverer’ (Descubridor) de REM. ¡A mover el ‘cuerpako’!