¿Por qué exportar?

 

 

Diario IDEAL, 18 junio 2014

El pasado 12 junio tuve la oportunidad de explicar en el ‘Salón de plenos’ del Ayuntamiento de Peal de Becerro, abarrotado de público,  el trabajo que se viene desarrollando desde la SCA Encarnación y su proyección internacional. Desde hace algo más de dos años soy el responsable de exportación de la citada fábrica pero mis andanzas internacionales con el aceite se iniciaron en el año 2010 cuando quería abrir una filial en EE.UU. y alguien de las altas esferas junteras me decía que tenía ‘una visión muy anglosajona del negocio’. Tal vez, aquella, como otras, dejé claro que no quería ni un duro de subvención. Tal vez por eso, y por otras cosas que ahora desgranaré, los aceites elaborados en la SCA Encarnación están presentes en veintidós países del mundo, contados uno a uno, y las perspectivas es que sigamos sumando y creciendo.

Pero la clave de todo este trabajo no se puede resumir en una columna de un periódico porque son muchas horas de trabajo, muchos kilómetros, muchos correos electrónicos y un sinfín de detalles que necesitan, casi, de un libro.

Sin embargo sí que puedo resumir de forma breve dónde han estado y están las claves de este trabajo, al margen, de que si no tienes aptitud y actitud exportadora, pues mejor no seguir leyendo porque, tal vez, no entiendas nada de lo que hoy escribo.

En Peal de Becerro tenemos historia. Desde 1953. Esto es una fortaleza. No nos inventamos ayer ni somos fruto de ningún pelotazo o moda. Por tanto hemos recorrido mucho camino. Son casi dos mil productores los que se unen bajo esta fórmula jurídica que, además, han aprendido a hacer bien las cosas. No en vano, y gracias también a la DO ‘Sierra de Cazorla’,  ya llevamos tres campañas trabajando con aceites de alta calidad y de recolección temprana. Algo que por fin se está imponiendo poco a poco si queremos competir, también, en esa gama de mercado que pide vírgenes extra de mucha calidad. En el caso nuestro, además, es que nos hemos preparado bien para estas lides. Unas instalaciones modernas, un personal preparado, una estructura comercial profesionalizada, idiomas, Internet, etc se suman a lo que ya debería ser norma común de todas las almazaras jiennenses. ¿De qué sirve tener un buen aceite si no contestas un correo electrónico, apenas balbuceas un ‘hello’ o si alguien te pide información técnica y miras al tendido?

Lo decía más arriba: ser exportador es tener aptitud y actitud exportadora. Es decir, mente abierta. Y por mente abierta significa almazara abierta, horarios amplios y sobre todo que las personas que sean la cara y la voz de la fábrica, practiquen esa misma apertura de aptitud y actitud. Porque ¿de qué sirve tener unas líneas de molturación espectaculares si luego nuestra fábrica es ‘la cueva del Luisillo’ o nuestro presidente no entiende que por cada cisterna que sale de fábrica deja de ingresar para sus productores una media de cuatro o cinco mil euros si ese mismo aceite se vende envasado?

¿Para qué nos jactamos tanto de que nuestro aceite es el mejor del mundo y todavía hablamos de ‘aceite de oliva’ cuando ninguna de nuestras almazaras produce ni una sola gota de ese producto? ¿Por qué tiramos de rasgamiento de camisa quejándonos de las ventas y precios si cuando instituciones solventes de nuestra provincia organizan cursos o jornadas de importante calado, utilidad, ponentes de calidad y apenas si se superan las treinta personas de aforo? ¿De verdad que nos importa vender el aceite envasado o en realidad todo es una burda mentira para seguir viviendo como hasta ahora? Creo que, lamentablemente, hay mucho ‘postureo’, como diría mi amiga Chris Aparicio.

Pero en el fondo, y en la forma, me da absolutamente igual. Cuando veo que he hablado en universidades de Honduras, Polonia o España, he he hecho catas en Alemania o Reino Unido, o estado presentando nuestros aceites en lugares tan lejanos de Peal de Becerro como Hong Kong o Pindinshang en China, me alegro tanto de haber recorrido ya esos miles de kilómetros que hacen que el mundo sea cada vez más pequeño y que la SCA Encarnación haya dejado de ser una almazara tradicional para convertirse en una productora internacional de aceite de oliva virgen extra.

Y de todo esto quién se está beneficiando son sus productores y sus vecinos, porque cada vez más y con más frecuencia, visitantes extranjeros pasean por sus calles, almuerzan en su restaurantes o visitan el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas.

Estoy con Antonio Trillo, nuestro presidente, que ‘si este camino debe durar cinco, cincuenta o quinientos años más, a nosotros ya nos quedan tres menos’. Y añado. En los tiempos que corren, esos años naturales ya no son lo que parecen. Son como los de Internet. Un año natural son diez en la Red. Me apunto que estos años de trabajo internacional que llevamos superan ya los veinte de experiencia, sin vuelta atrás y con clientes consolidados, fieles que confían en nuestros productos, calidad, trabajo, transparencia, eficacia… y amparados bajo la excelente imagen que la ‘marca España’ tiene en el extranjero. Pero para eso, para verlo y contarlo, hay que hacerlo. Así de sencillo. ¡Ahora vas y lo tuiteas!