Primera Comunión

Creí que con las "flores a María", las múltiples alergias, las alteraciones de la sangre o los san fernandos, mayo y su primavera eran motivos más que suficiente para celebrarlo. Pero fíjate tú, oye, que no es así. Me descuido y veo todo una cuadrilla de almirantes, vicealmirantes, fragateros y corbeteros ayudados por una colección de aprendices de novias o "sissíes" emperatrices.

El chocolate con churros se ha convertido en un fastuoso y deplorable gesto de ostentórea repercusión para con los demás. ¿Tú 3 megapíxeles? Mi niña una cámara de 7. ¿Tu hijo fragatero? Pues el mío almirante corbetero, con galones, cruces, medallas y un silbato a lo de "Sonrisas y lágrimas" . Así es más fácil joder al que va de marinerito raso o ayudante de sindicalistas con camisa y chaqueta de toda la vida. -Los niños, no lo olvidemos, son unos pequeños cabroncetes sin escrúpulos-.

Y lo peor es que los señores de las sotanas festejan estos aconteceres con cursos de dos o tres años, miseando y plantando la consideración cristiana del prójimo en una contrarreloj para ver quien está más guapo en el escaparate de flashes, vídeos, móviles y toda la "maripandi" hortera que se prepara para la ocasión. Y los papis con tarjes nuevos… y sus corbatas que les hacen parecer hombres de hojalata, tipo "Mago de Oz".

Yo hice la Comunión. Era monaguillo. Mis regalos… unos estuches con colores, una cantimplora y chocolate con churros. La ceremonia, con recogimiento, espartana y las 9 de la mañana. Menudo era D. Francisco.

Desde que tengo uso de razón social e hijos y veo el boato que se me monta la peña, me he hecho objetor de conciencia de "comuniones".

No sé si llegaría a "insumiso de liturgia", "anarquista de templo" o "terminator de la Royal Navy" (no puedo marcar unilateralmente ciertos aspectos), pero a "Dios pongo por testigo" que evitaré en todo lo que esté en mi mano que mis hijos participen de este circo consumista, macabro y vergonzante que son estas "comuniones" de Siglo XXI.