Psycho

En 1959 veía la luz una novela -breve- escrita por el escritor norteamericano Robert Bloch. Aquella novela sería famosa por su adaptación al cine de la mano del irrepetible Alfred Hitchcock. Más de medio siglo después, el libro reeditado en 2010 por La Factoría de Ideas,  llegó a mis manos esta primavera gracias al envío que me hizo Silvia Rodríguez, su directora de comunicación.

He leído la obra de Bloch (Psicosis / Psycho) en dos sentadas. Literalmente. 183 páginas que se devoran desde la primera palabra a pesar de que sepas qué ocurre y mezcles en tu mente, fotograma a fotograma, el blanco y negro hollywoodiense con las letras impresas. Hemos visto tantas veces a Norman Bates que, pese a los años transcurridos, la locura sigue representanda los ojos de Anthony Perkins -no en su clon Vince Vaughn-, sólo alcanzado por los de Nicholson en Alguien voló sobre el nido del cuco o El resplandor.

Aquí, la novela, está a la altura de la película (El silencio de los corderos de Thomas Harrys, es otro ejemplo). Invierto el orden porque es la película la que tiene fama mundial, mientras que la novela -yo lo ignoraba-, es la gran desconocida. Obra maestra en el cine,  es visual, ágil, y pese a los años pasados guarda la esencia de una creación literaria atemporal. Es curioso que el ambiente de la América de los años de la guerra fría, se ve perfectamente en la obra. Pero el escritor es testigo de su tiempo, aunque en ese tiempo el travestismo sea tratado como ‘enfermedad’ y el vouyerismo enfermizo se trate de refilón. Hitchcock sacó lo más mísero de la mente humana. Bloch le sirvió de inspiración y Bates es quien es, porque logró transmutarse en madre, en niño de mamá y en hombre normal al frente de su motel de carretera a ninguna parte. Al fin y al cabo, como el resto de seres humanos que guardamos nuestras miserias en un armario y un día, sin avisar, salen para mostrar nuestras verdaderas caras que los espejos siempre reflejan deformadas… como nuestras almas. ¿Quién no esconde algún ‘muerto’ en su pasado?

Ahora sé, mejor que nunca, que Norman Bates, no es hijo de la disecada Señora Bates (Norma), si no de Robert y Alfred.

Gracias.