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2012Rescate a base de mucho corcho
Diario IDEAL, 20 junio 2012
Una de mis lectoras favoritas, me ha pedido que hoy hable de este tema en la columna. Y lo haré. El famoso rescate. Tiene demasiadas aristas como para poder resumir una opinión sobre esta circunstancia que tiene a todos y todas, despistados y despistadas en barras de bar, baños, ascensores y tertulias de mesa camilla.
La cuestión es que España recoge lo que ha sembrado. En 2003, había más de un 2% de superávit. Es decir, que el Estado ingresaba más de lo que gastaba. Esa tendencia cambió de forma radical cuando la ‘nada intelectual’ llegó al poder en forma de ZP. Pero este engendro inane mental sólo recogió, también, y alentó, igualmente, el crecimiento desmedido de un modelo productivo absolutamente artificial en el que están implicados políticos, neoconstructores y bancos.
La nada intelectual decidió incumplir de forma sistemática las normas de equilibrio presupuestario que tiene la UE. Pero aquí como hasta el yerno del Rey puede trincar, no pasaba nada. No pasaba nada cuando ayuntamientos crecían desbocados al calor de los ‘convolutos’ de estos neoconstructores que trincaban y pringaban, aquí y allí, para luego evadir en forma de yates, operaciones fantasmas de miles de viviendas. Por supuesto los políticos gozaban con miles de orgasmos al conceder por la gracia de Dios, plazas de funcionarios a amigos, allegados, primos lejanos y todo un ejército de hombres y mujeres que deseaban trabajar de 8 a 3 y cobrar como si lo hicieran de sol a sol. Todas la madres -también la mía- querían que sus hijos de bien fueran funcionarios públicos porque el dinero público -otro nadaísmo intelectual- no era de nadie Y esto multiplicado por 17 taifas dirigidos, igualmente, por una clase política amoral y asquerosa que ha escupido en estos años a los ciudadanos, día tras día, en nuestra puta cara. Porque la cama, las gomas y el despilfarro, lo pagaban los banqueros. Mientras, aeropuertos, conciertos, autovías, móviles, coches oficiales, embajaditas, palacios de congresos, trajes, fiestas, ere’s y un largo etcétera de difícil resumen, se pagaban con los impuestos que los ciudadanos españoles ingresábamos, porque mientras comprábamos una mierda de piso a 20, a los dos días, ya lo vendíamos a 40 para, a renglón siguiente, meternos en uno de 60. Eso sí, pasabas por la caja donde el clímax llegaba a límites insospechados: te daban para la casa, el coche y las vacaciones. Y los alcaldes, alcaldesas, presidentes, presidentas de ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas mostrándose impúdicamente en público para que no se dejaran de dar licencias a todo tren. En castellano, euskara, galego o catalán. ‘Doy fe’, decían los pobres notarios. Con esta orgía gigantesca nos acostumbramos a trabajar poco, pedir mucho, ganar más y gastar lo que jamás tendríamos. Todo esto aderezado con una permanente erección sindical, claro.
Pero el despelote -como el frotar- se va a acabar. Y eso es lo que ha hecho Europa. Ha dicho que ni fiestas, ni camas, ni nada que se le parezca. Y aquí el que quiera querer, que lo pague, porque de lo contrario, ya no se fía de nosotros ni el tato; o sea, la prima de riego. Y en estas estamos.
El agujero que han creado políticos-trincones, neoconstructores-evasores, banqueros-especuladores y unos ciudadanos emburbujados, nos ha tragado de golpe porque ya nada pasa sólo en nuestro barrio llamado España. Ya el ser de pueblo y enroscarse la boina, no sirve como excusa. El chiringuito vale mucha pasta; mucha. Tal vez demasiada. Pero nadie dijo nada en esta década en la que un enano mental hizo el ridículo comparándonos con la Champions League financiera sin que al día siguiente fuera a la cárcel.
Por todo ello, nos rescatan, nos intervienen o la madre que nos parió porque somos 45 millones de criaturas y los mercados no nos dejarán caer. Tranquilidad. Pero nos castigarán por perros, especuladores, despilfarradores, mentirosos y sobre todo, por imcumplidores. Y porque ya es hora de que los ciudadanos sepan lo que vale mantener este puto tinglado. Y porque sólo con funcionarios, banqueros, políticos y sindicalistas no crece un país. Ahí está la extinta URSS.
Y todo eso es lo que nos está exigiendo Europa. Orden y concierto. Trabajo, seriedad, responsabilidad y ganas de trabajar. Y cumplir las normas. Y si queremos estar en este club de ricos, tenemos que parecerlo -y serlo-. Por eso, en el fondo, me alegro de todo lo que está pasando. Sufro por esos casi 6 millones de personas en el paro, pero nunca jamás nadie hasta hace dos minutos habló de crear empresas, generar riqueza con modelos productivos serios, responsables y sin intervención político-sindical. Y me alegro porque, por fin, será el dinero el que nos abra los ojos. Y será Europa la que lleve a la cárcel a todas esta casta de indeseables que hasta ahora no han olido las rejas porque los jueces están cogiéndosela con papel de fumar o ‘engarzonados’. Pero como a todo cerdo le llega su San Martín, nos ha tocado. Y me temo que nos va a hacer falta muuuuuuucho corcho y unas ganas terribles de trabajar por y para un único país.
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