Selva

Cae la línea vertical sobre el horizonte que, pese a tenerlo al alcance de la mano, jamás es alcanzado. Piedra inerme con latidos que salen a borbotones de tu interior mientras observas la selva.

Negra, espesa, impenetrable.

Otra línea. Estás llenas de líneas. Siempre hay que unirte, despartirte en dos.

Sin embargo, apuntas al sur, sin descanso. Y te construyes sobre dos plantas. Y el universo descansa. Y consigues ser el pilar sobre el que sujetar las constelaciones que vendrán a salvarte. Y reclinas tu cabeza, sin nada ya que ocultar. Espirando cuando eres cuerpo.

Y naces otra vez,  línea. Cosmogonía entre dos puntos: uno, en la tierra; otro, en el aire.