Ser libro

A veces nos sentimos objetos. Oscuros objetos de deseo; objetos de decoración; objetos no identificados y hasta (sub)objetos y si robamos la b podremos ser hasta el tercer ojo masculino.

Y claro, no hay peor cosa que un objeto objetando a ser objeto.

Por eso, lejos de objeciones, obviedades u  obstáculos obscenos, hoy me declaro ser libro.  Ser una conjunción de hojas que, llegado el otoño, se vuelven pardas y se van cayendo ante tus pies que, dulcemente, pisarás.

Lomos (no de cerdo o de atún) duros; pastas suaves para no ser comidas ni usadas para blanquear dientes, sino acaricidas.

Ser libro para ser libre entre tus manos mientras me ojeas objetando a ser un objeto sexual. Y llevarme a la playa.

Y la verdad, es que enrollado, sería hasta un buen consolador para tus penas.

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