¡Sí, tú! ¡sonríe!

Diario IDEAL 22 diciembre 2010

La verdad es que con la que está cayendo, el simple gesto de una sonrisa se vuelve un valor que cotiza al alza. Por eso llevamos (llevo) dos años felicitando por estas fechas con algo tan sencillo como el intentar provocar una sonrisa en la persona que recibe la citada felicitación. El año pasado inventamos aquellos de ‘¿Te imaginas una Navidad sin estrellas? Sonríe por cada una que veas’.

Este año el lema es algo más simple pero que busca, con el dibujo de Alex, sorprender de forma sencilla y directa al receptor de la misma. Es curioso como un dibujo casi inocente de un niño de once años dice tanto con sus trazos. Digo casi inocente porque los bebotes de hoy en día tienen cada vez menos inocencia. Pero esto no nos debe desanimar ante los diferentes pases de pecho que sufrimos en la tarea diaria. Allá cada cuela con su conciencia. La mía está tranquila y como me decía una amigo el otro día en Facebook… ‘¿Por qué los papis contáis un millón de inconvenientes y todo se arregla al final con una sonrisa?’ porque en las oscuridades del alma hay siempre un candil que ilumina nuestros pasos y esa luz es la sonrisa de nuestros hijos. Es lo que más valoro y desde luego lo que siempre me reconforta; lo que más.

Por eso si llega la hora de felicitar incluso a quien se cree tu amigo o al que está tan lejos que no contaba con que te fueras a acordar de él o ella, el enviar una sonrisa de Navidad es algo muy alentador. Las respuestas, en esta caso no se hacen esperar. Aquí sale Silvia, que hace años que no la veo pero me responde: ‘Te quiero mucho, FRO. Cada recuerdo registrado, gestos, frases, desparpajos, modos prudentes… me hacen sonreír… y no lo escondo. Me gusta pensar que somos amigos’. La cita es textual.

Y a mí por todo lo que me ha gustado ese gesto de sinceridad, pese a la lejanía, me hace sentirme más persona porque no hay un ‘quid pro quo’ de ningún tipo. Y eso que hemos compartido muchas miserias y excesos. Algunas de ellas cargadas de tanta emotividad como es recibir cada uno, su libro dedicado. Yo, el suyo, lo guardo como oro en paño. No todos los días una excelente escritora te dedica su libro.

Tal vez la Literatura, esa amante nocturna que hace meses que me abandonó, debiera volver a sentarse a los pies de mi cama. Los silencios son a veces tan sonoros que uno se avergüenza de ellos; y ahí está ella, Calíope, otra vez, que viene a visitarte con sus pies descalzos a sabiendas de que esos silencios se volverá al final, lanzas inevitables. Motivo adicional para evitarlos: silencios y lanzas.

Gusta abonarse, así, al ruido y a las sonrisas. Este año celebro la Navidad moderadamente optimista. Sé que el año 2011 va a ser durísimo pero como a mí me enseñaron a levantarme temprano a trabajar, no habrá silencio que me cobije. Yo me ducho cada mañana en sonrisas que me permiten aguantar un nuevo sprint: las sonrisas que hoy comparto. Las sonrisas que me gustaría que tod@s compatiérais. Tú, mi fiel lector, no te dejes llevar por el cartón piedra. Estas sonrisas son de verdad. Por eso, sí, tú, otra vez, sonríe, que nadie te está mirando.

¡Feliz Navidad!