Abr
20
2008Siguen siendo invisibles
Calíope venía hacia mí. Descalza. Ella siempre caminaba así. Sobre la arena, en el agua. Descalza. Sus pies eran silenciosos; dejaba pasos invisibles. Aquella habitación jamás naufragaría con nosotros dentro, gracias a su desnudez. Pies desnudos, manos desnudas, pechos desnudos… pensamientos desnudos.
Y sin embargo, todo fue tan efímero… tu desnudez, aquella habitación.
Palabras embarrancadas en una cuneta abrigadas por una noche lejana; y la carretera de compañera.
Ahora veo a Calíope caminando junto a mí.
Y ella, sus pies, siguen siendo invisibles.
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