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2013Sin saber muy bien de nada
Diario IDEAL, 23 enero 2013
Dice el viejo aforismo de que ‘sólo sé que no sé nada’, frase por otra parte atribuida a Sócrates pero relatada por Platón, me define perfectamente esta semana. La verdad es que tengo tal trancazo en el cuerpo que la inspiración se ha ido por la taza del wc buscando mejores lugares donde relajarse. La verdad es que cuando uno está pachucho, ningún vaso se ve medio lleno. Por eso cuando no te toca la lotería todo el mundo dice ‘pero lo que sí tengo es salud’. ¡Joder con la salud!, lo que vale estar sano como una manzana y que tengas una fábrica de mocos pegada a tu cara, una lija del 15 alojada en tu garganta o una maza que da y da, en el cráneo como si quisiera romper una puerta al estilo de la apertura compostelana. Y entonces te petas. Y entras en modo socrático. Hoy sólo sé que no sé nada. No leo la prensa. No veo la tele. No se me oye ni el corazón. Tengo los oídos como si estuviera ya a varios cientos de metros bajo el mar porque me he ido atado a una cadena con los restos del Titanic. Miro por la ventana. ¡Si está nevando! Entro en modo monólogo interior. ¡Qué barbaridad! Es la mejor fórmula literaria para rellenar un papel en blanco.
¿Te imaginas querido lector un libro sólo con frases que salen así, sin ‘tron’ ni son, de la cabeza congestionada de su autor? Bueno, no es que sea único. Ya lo hizo James, mi primo originario de Irlanda, apellidado Joyce que se pasó todo un volumen de los dos que tiene su Ulises, montando una historia sin un descansillo para dar un trago de agua porque todo se te viene encima al escribir de esta manera tan alocada… Paro porque la tostada se te atranca como a mí se me amontonan las letras de este teclado. Lo que viene llamándose que se te viene el aparejo a la barriga y sufres de un colapso lector que te hace abandonar por la borda la lectura de esta eyaculación
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