Synchronicity

Cada mañana, al despertar, me criogenizo, me doy un baño de olvido para recordar que nunca estuve aquí. La jeringuilla atraviesa, una y otra vez, mi occipital. Las teclas de control bullen, hierven como sangre a punto de llegar a los cien grados.

Y el cielo es azul, o negro.

Y yo casi sin ser, sigo inyectándome, más y más veces, la esencia de un norecuerdo para no olvidar que siempre fui quien se dijo que fuera.

El termómetro viene a indicarme la marca, la marca del fin, del dejar de ser, del olvido para recordar, de que sigo estando aquí, sincronizando mi mente, corazón y manos.

Las teclas suenan una mañana más.

Y al llegar la marca, todo vuelve a su estado letargoso.

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