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2007*Tánger, desde el recuerdo (El pupitre-sep 07)
Mañana los Reyes irán a las dos ciudades españolas en África, Ceuta y Melilla. Este verano fui a Tánger y de aquello, esto; se publicó en septiembre. Creo que es un buen momento.
"Este mes de agosto, que ya toca a su fin, nos ha dejado dos ausencias: la primera, la ausencia de libros (en plural) en la maleta del Presidente del Gobierno de España en este su verano pre-electoral; la segunda, la marcha, a no sé qué lugar, del gran Umbral. Mientras uno no hace por leer, el otro sólo vivía para que los demás leyeran. Es una gran contradicción, pero así es la vida y tal vez, el que se ha ido representa a una parte de la sociedad española en fase de extinción, mientras que el iletrado, gana adeptos para su causa. Mejor mirar para otra parte o tal vez, emigrar. Emigrar es lo que hacen todos los días miles de ciudadanos que provienen del continente africano.
También en este mes de agosto, mientras que he recorrido Andalucía, desde San José, en el levante almeriense, hasta Zahara de los Atunes, poco antes de bordear el cabo Trafalgar, en la provincia de Cádiz, el tiempo me ha permitido regresar a ese continente que se desangra, cada día, mezclando cuerpos y latidos, con olas y sal. Salazones para los efectos del "desigualitarismo" que procrea una parte de la Alianza de Civilizaciones. El destino… Marruecos, materializado en la ciudad de Tánger, capital del Norte y segunda residencia del sátrapa alauí, Mohamed VI.
Mi regreso a África no pudo ser más desalentador. Frente al próspero, emergente, hospitalario y humilde (no en el sentido crematístico) Túnez, hallé el caótico, sobornable, despótico y pedigüeño Marruecos. La decepción fue terrible – a ciencia cierta iba ya informado sobre los males de este engendro entre desnudez, chilabas, rey y Corán-.
Mal me temo que las escapadas -huidas- de sus ciudadanos, seguirán existiendo por los siglos de los siglos, mientras el Corán y los reyes tiránicos, beban de la sangre de sus súbditos.
Jamás, en los miles de kilómetros que recorrí del norte a sur en Túnez, desde Cartago hasta los límites con Libia, me crucé con un niño descalzo u hombres famélicos pidiendo monedas, como en Marruecos. Somos los dos países fronterizos, España y Marruecos, cuya distancia social y económica es la mayor de entre todas las fronteras del Mundo.
Al margen de que los iconos o referencias pueden verse de distinta manera, según el cristal con el que uno observa, hay hechos objetivos: abandono, caos, desorganización, sobornos, suciedad, escombros… miseria… tal vez demasiada. Pero todo ello en contraposición con los trajes "blancos nucleares" de la guardia personal del Rey (casualmente de vacaciones en Tánger), la suntuosidad insultante de sus jardines y palacios, acompañado de la omnipresencia de la estrella de cinco picos verde y su retrato, al más puro estilo estalinista. Culto a la persona y al régimen. Se hace evidente, por más que uno evite pensarlo que no es extraño pues que seres humanos, como nostros, busquen o deseen un destino mejor aunque sea jugándose el pellejo en las aguas del Mediterráneo. Sin embargo ya tienen el fútbol como opio marxista para un pueblo que se marchita cada día esperando ayuda de Francia (cada vez más distante) o Arabia Saudí (petrodólares con chilabas e hímenes seccionados).
África es algo así como la segunda casa de aquellos que creemos que corre sangre bereber por nuestras venas, aunque ya se encargó Irving (Washintong, claro) de indicarnos que desde el siglo XII, los moros españoles, independientes y refinados, dejaron muy atrás a los moros bárbaros del norte de África. Pero pese a este dato, en el fondo, casi todos los que enterramos nuestras raices en tierras andalusíes, somos africanos. Por eso, al menos, a mi me pasa con ese continente y su cultura: me subyugan como la visión de una duna sugiriendo las curvas de un cuerpo femenino o la tranquila calada a una cachimba al olor de la menta embriagadora.
La paz africana ignoro si llegará. Pero este regreso, mi regreso africano, por más amargo que haya resultado, no ha restado un ápice a mi pasión por seguir descubriendo kilómetros más allá del Mare Nostrum. Memorias de África".
*Publicado en la sección "El Pupitre" de la revista Viajeros (www.revistaviajeros.com) que edita Editec.
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