Trajes a medida

No solía hablar mucho. Es más, creo recordar que era mudo. Al salir una noche del garito de Blanchet, a la altura de la Calle 57, Jack Pockerface, sacó la vieja chicaguiense a pasear y le sesgó más de media lengua. Por eso no podía hablar. Por eso no pudo testificar en el juicio. Por eso necesitó una máquina de escribir. Por eso sólo se oyó un largo gemido que salió aquella tarde de la habitación contigua a la sala de vistas. Un gemido que le costó visitar a Bare, el de los trajes a medida.

La prensa al día siguiente hablada del luctuoso acontecimiento, mientras usaba alegorías metafórica para evitar decir que, Mack Intosh, había muerto de un infarto mientras que Lucy Anne Parker, comprobaba debajo de la mesa, si Mack era verdaderamente judío. No pudo resistirlo; probó de la verdura prohibida. Ella acabó con un enorme chichón en la cabeza y Mack Intosh con traje de pino.

Fue una declaración de corrido… ¿o de corrida?