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2006Tu sms
Ayer soñé que no llegaba tu sms, que se había quedado enganchado en la esquina del útimo bar que cerramos el día que nos caimos por el centro de la más moderna de todas la urbes.
Se pegó sin más en los pantalones vaqueros que llevaba aquella chica que nos sirvió el güisky con sabor a un "hasta siempre".
No creía que los mensajes se pudieran quedar prendidos, pegados o enganchados. Son como los besos. Unos se quedan en la pared y otros, desaparecen bañándose las ondas telefónicas.
Arpías, brujas y coreutas habrían abusado de ese sms, el que no llegó, el que se olvidó, el que aunque lo haya soñado, nunca me enviarás.
Dice una letrilla "hago el amor con tu contestador" y este replicante emite su graznido diciendo…y ¿cuánto eyacularía si con un sms hicieramos todos los días el amor?
Una vez, incluso, al acariciar las teclas de mi móvil conté telefónicamente los gemidos de tus piernas.
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