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2011Una cama deshecha
Diario IDEAL, 17 agosto 2011
Es bien temprano. Tengo un dolor terrible de cabeza. Mi boca está seca y áspera. Salgo a fumar el primer cigarrillo del día. Mis pelos están demasiado alborotados. Abro mi zippo con la inscripción ‘Love and Peace’ que hace unas semanas me regaló Dennis. Recuerdo de su ‘Born to be wild’ particular. Estoy desnuda. Salgo al balcón, No me importan que los vecinos de los otros edificio me vean. En esta habitación ha habido muchos desnudos. Conmigo y sin mí. Vuelvo a dar otra calada. No me habría importado tener un poco de sexo con Marilyn. Ella habría sido la más de Andy que anoche estaba más maricón que nunca. Llegó a escupirle a Leonard que me obligó, de un tirón, a salir de la 1008 donde cada noche se reúnen todos sus descompuestos amigos y darse un viaje galáctico.
Subimos los dos, Leonard y yo. Abrimos la puerta. Y sin apenas decir nada decidí que era hora de qué él escribiese su mejor canción, le bajé los pantalones y me dejó hacer. Como Jim. Aunque con él era todo distinto, salvaje. Con Leonard es pausado; un vals. Un buen juego de locos que embauca ni melena rubia y que hace sentirme perdida por el olor penetrante de su sexo de artista, músico y compositor.
Una nueva calada. Los ladrillos rojos del Chelsea siempre despistan. Te manchan las bragas o la piel. Como un piel roja. Como un maldito indio expulsado por lo polis vestidos de azul. Como aquel que veo en la esquina. La calle 23 siempre tiene movida y la presencia de los polis es más que evidente. Pero nunca nos pillan ni la maría ni las pastillas de LSD que tanto ponen a Andy y sus mórbidos chicos estrella. Y a mí me gusta llevar en la funda de guitarra que ahora descansa sobre la mesita de noche, una buena batería de argumentos para que los chicos de azul, aprendan a cantar su propia melodía de seducción.
Anoche, tras el sexo, le dije a Leonard: ‘me gustan los hombres guapos, pero contigo hago una excepción’.
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