Ventanas

Me alejo del lugar carcelario, prisión de ilusiones, república de peajes, grilleteros grillados, gritos descabalados, religiones que paren esclavos. Dos más dos, en ese lugar, no son cuatro. La suma, la ecuación, el cálculo es -siempre- igual a obligación. Deber ser. Deber. Debe ser que es así. No. Es una putada pero para deber hay que hipotecarse, callarse y agacharse. Deber ser así. Ahora me toca a mí.

¿Sabes? Suena a pretérito. Debió. Ahora, mañana, en el bautismo, será aleatorio, juguetón, despreocupado y sobre los renglones torcidos, Dios, el que no existe, será cuando quiera, sólo cuando Él quiera, ser, estar, ver, oler o cagar.

No habrá lecciones: sólo sueños.

No existirán los cuadrados: sólo elipses.

Y las casas dejarán de tener esquinas para tatuarse ventana tras ventana con vistas a primera línea interior. Así seré yo. Una casa con ventanas. Con muchas ventanas.

* Escrito en algún lugar indeterminado entre Málaga y Bcn (sept’09)