Vida

Cuaderno de bitácora: día 8

Regreso de mi pequeño descanso.

Los tripulantes de la nave no podemos desconectarnos del sistema más de 120 minutos seguidos. Enseguida, MOL, avisa. Es un zumbido desagradable que me recuerda al que usaban en la Academia de Tripulantes Espaciales  para despertarnos. Ese recuerdo eriza mi piel. Sonido, como pocos, escalofriante. Evito en todo caso la oportunidad de que la central de avisos de MOL, me lo envíe empaquetado en golpes de tres "tics" seguidos. Son agujas de láser clavadas en el tímpano. Se desbocan el martillo y el yunque.

Hoy he vuelto a cumplir mi promesa de ayer.

Salí a pasear antes de que el resto de tripulación volviese a sus tareas habituales. Permanecer en silencio. Hablo más con estos dedos, con apenas rastro de huellas dactilares, que con mi boca. Estoy casi mudo y las cuerdas vocales, a veces, siento que las tengo atrofiadas. Mi memoria ha borrado una conversación… Deleted.

En mi paseo, mientras rodeábamos el planeta Nasciturus he llegado a percibir vida… la vida que es capaz de engrendarse en el útero de una madre. Casi sin creer en Dios (en Verde no existe Dios), he vuelto a sentir algo… sin voz… pero me ha parecido el ritmo acompasado de un corazón. ¿Vida?

He descubierto que no vivo… sólo navego.