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Desde bien pequeño, a lo largo de toda mi vida, siempre me ha acompadao una duda: ¿de dónde soy? Esta duda podría ser resuelta fácilemente mirando mi carne de identidad. Allí dice que nací en Murcia. Pero a los siete meses de vida, me llevaron a vivir a Granada, donde estuve apenas dos años. Luego fuimos a Torredonjimeno y tras siete años, llegamos a Jaén. Podría afirmar, casi sin equivocarme, que es de ahí de donde me siento que soy. Sin embargo luego pasé por Pamplona, Almería, Madrid y desde hace varios años, San Antonio en Texas. Todos estos lugares además se entrelazan con otros ligados a mi infancia como Motril, Salobreña, Peal de Becerro.

Si fuera poco, los recuerdos y emociones se me mezclan con más de veinticinco países de todo el mundo, donde, en casi todos, me sentí como en casa. O como México ha conquistado mi corazón, gracias a María. Por eso, cuando me siento en el borde del mapa a contemplar el mar Mediterráneo me asalta la eterna pregunta. Porque aquí siento que quiero estar, que quiero quedarme. Como cuando contaba las teselas de las ruinas de Cartago, tomada un barco en Ancona, bebía resina con papá en Zante o convocaba a Calíope en Amorgós. Tal vez el mar Mediterraneo sea de donde soy. O no. O tal vez la respuesta sea mucho más sencilla: soy de donde estoy. Y tú ¿de dónde eres?

Fernando Ortega – 69Vagamundos

Este vídeo ha sido posible gracias a la inestimable ayuda de mi hernano Francisco.

Since I was very young, throughout my entire life, I’ve always carried a lingering question: where am I from? This doubt could be easily resolved by looking at my ID card. It says I was born in Murcia. But at seven months old, I was taken to live in Granada, where I stayed for barely two years. Then we moved to Torredonjimeno, and after seven years, we arrived in Jaén. I could almost confidently say that’s where I feel I’m from.

However, life took me through Pamplona, Almería, Madrid, and for several years now, San Antonio, Texas. All these places intertwine with others tied to my childhood, like Motril, Salobreña, and Peal de Becerro. If that weren’t enough, memories and emotions blend with over twenty-five countries around the world, where, in almost all of them, I felt at home. Or how Mexico has won my heart, thanks to María.

That’s why, when I sit at the edge of the map to gaze at the Mediterranean Sea, the eternal question arises. Because here, I feel like I want to be, like I want to stay. Just as I did when I counted the tiles of the ruins of Carthage, boarded a ship in Ancona, drank resin with my dad in Zante, or called upon Calliope in Amorgos. Maybe the Mediterranean Sea is where I’m from. Or maybe not. Or perhaps the answer is much simpler: I am from where I am. And you, where are you from?